Edad Moderna

COMIENZA LA POLÉMICA…

Si bien desde sus orígenes la ropa interior adquirió un valor erótico, su masificación responde a fines higiénicos. Sucedía que, bajo los trajes, las damas no llevaban más que una camisola confeccionada en lino o algodón, de corte recto y amplio hasta las rodillas. Sobre ella, a partir de la cintura, iban las enaguas, las que servían esencialmente de abrigo.

 

 

calzones y enaguas

Sin embargo, a principio del 1800, se introducen al vestuario femenino los calzones.

Como todas las prendas de ropa interior que irían apareciendo, los calzones fueron inicialmente usados por las damas bien. Para mantener el recato, su largo no debía extenderse por debajo del vestido. Esto se debía a que, revelar partes de la ropa interior es un gesto erótico femenino que simbolizaba el acto de desnudarse.

 

 

 

 
 

 

 

LAS REINAS TRAEN LAS MODAS…

En la España del siglo XVII las mujeres-que todavía no conocían las bombachas-solretrato de Juana de Portugal, mujer de Enrique IV ían depilarse el pubis. Esta costumbre, que también se observó en Francia y en Italia, se sofisticó aún más cuando Juana de Portugal llegó a Castilla para casarse con Enrique IV: la reina viajó acompañada por un grupo de damas que no sólo se depilaban totalmente, sino que pintaban sus muslos-desde la cintura a las rodillas-con una pintura blanca, para que así al bajar de sus caballos no mostrasen a los presentes más que una fugaz visión de algo blanco. Era el sustituto de la ropa interior: las bombachas fueron descubiertas por las españolas recién cuando Isabel de Valois llegó a España para casarse con Felipe II. Tanto la reina como sus damas las llevaban

Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II

 Y LLEGA EL CORSÉ…

El principal objetivo de este adminículo era disminuir el contorno de la cintura y enfatizar el tamaño del busto. Su incorporación al vestuario femenino data de fines del siglo XVIII. Se extendían desde el busto a la cadera, aunque también los había cortos hasta la cintura, y –hasta que aparecieron los botones – se amarraban con lazos por la espalda.

La postura del corsé era una tarea que requería -al menos- de dos personas: la primera, la que lo usaba, y la segunda, la que tiraba fuertemente de los lazos hasta alcanzar la cintura de avispa deseada. Ahora, cuando la mujer en cuestión tenía unos cuantos kilos de más, hacía falta otro par de manos que tirara de uno de los lazos por un lado, mientras que otra doncella acometía la misma tarea desde el otro extremo.

Aparecieron los “divorciados”, cuyo nombre se debía a que contaban con una pieza triangular que se ubicaba en el medio del busto y que tenía como función separar un pecho del otro, como en un sostén moderno.

 

También los hubo especiales para embarazadas, que cubrían el cuerpo desde los hombros hasta debajo de la cadera y permitían dar al cuerpo la silueta “de moda”.

 

Los varones tampoco quedaron ajenos al boom del corsé. Aunque no tan masivos como los femeninos, los corsés masculinos tenían la función de moldear la figura y otorgar “apariencia”. Y eran exclusivamente usados por la aristocracia, convirtiéndose en una prenda que –a diferencia de lo que sucedía entre las mujeres, en donde su uso se “democratizó”– enfatizaba las diferencias sociales.

 

También se llegaron a fabricar corsés para niños, pero los daños que su estrechez causaba a la forma de los huesos desincentivó su uso.

 

 

 

 

 

 

 

UNA ANÉCDOTA…

El fetichismo por los pies

Desde 1830 hasta 1914 -año en que la mujer mostrará por primera vez públicamente sus tobillos-, no había nada más apasionante para un hombre que vislumbrar la curva de un pie o la forma de un empeine. Esto favoreció un impresionante fetichismo en torno al pie, el tobillo y las pantorrillas, que explica el hecho de que, en los burdeles de lujo de Londres y París durante la Belle Epoque, los clientes tuvieran derecho a elegir los botines que se pondrían sus partenaires aun antes de elegirlas

Todavía mayor valor erótico tuvieron hasta hace unas décadas los pies vendados de las mujeres chinas, esos puntos blancos que -junto a la desnudez de los actores y la crudeza de los detalles- resaltan en las pinturas eróticas desde el año 900 hasta la revolución de Mao Tsé Tung, a mediados del siglo XX. Una verdadera tortura que consistía en encorvar el dedo gordo y replegar los otros cuatro dedos contra la planta del pie, de forma tal que, con el tiempo y el sucesivo ajuste de las vendas, el pie quedaba reducido a una especie de muñón que se encerraba en un calzado diminuto, mientras que el tobillo hipertrofiado se disimulaba bajo polainas cuyo estilo iba a variar considerablemente según los siglos y las modas. De hecho, las polainas y los zapatos eran las únicas ropas que conservaba una mujer desnuda. Un fetiche que los occidentales creyeron explicar con fantasías tales como, por ejemplo, que el modo de andar que se imponía atrofiando el pie, además de su connotación erótica, provocaba un desarrollo especial del monte de Venus y una gran vivacidad de los reflejos vaginales. Nada menos científico

Fuente: Acerca de la ropa interior de Alejandra Vítale


6 respuestas to “Edad Moderna”

  1. ahiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

    que doloooooooorrrrrrrrrrrr

    podrian hacer un informe sobre la ropa interior de la actualidad??

    si es asi mandeme un mail avisandome ¿si?

  2. madre mia!!y podian repirar?:)

  3. Dios mio, que estupidez más grande tenian las personas que hacian este tipo de cosas, de verdad no tenian otra cosa mas buena en que ocupar su cabeza.

  4. haberrrrrrrrrrr dios si el dolor y todo pero ps es cultura general..es lo que en la epoca les daba para pensar…aunque no creo que tengan cabeza para proyectar algo creativo e inovador que se ajusten a las necesidades de una personaaaaaaaaaaa..faltos de cultura

  5. QUE HORROR, NO LE DOLÍAN??

    XD

  6. Si alguien sabe algo de la ropa en la edad contemporanea, tengo que hacer un trabajo.
    :S

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